Es parte de sutileza, de tus movimientos dotados de felina gracia. No avanzas, surcas en el viento, viajera de los terrenos sinuosos de la ciudad.
Te siento cercana, me asombro y miro detras, de reojo. Te busco acechandome, o acechando a otros. Lo que fuere primero, lo que realmente sucediere.
Comprendo tus movimientos, la potencia de tus desiciones que te llevaran a limites de deshonra y lujuria que pocos otros podrian conquistar. Enfrascada en la lucha del erotismo vil, colapsas, me derrocas, ambos somos perdedores y nos arrojamos a la calle, nos buscamos para finalizar esta muerte singular.
El escalofrio recorre mi espalda, esa sensacion de miseria, de terror, el panico inmenso de la capitulacion, he encontrado mi final en tus caricias, dignas de la daga de los asesinos o porque no, de los atracantes de sucios callejones. No te alabo por asombro, dignidad o nada parecido, este es el reconocimiento de quien conoce sus ultimos pasos. Me entrego, no me importa si arrodillado, este no es un juego de virtudes, tan solo de febriles pecados.