Senti la orina cayendo por mis pantalones, el ruido de los seguros siendo retirados me habia metido a golpe y porrazo todo el miedo que no habia sentido cuando era yo el que disparaba. Pude aprecia el charco amarillento bajo mis pies, de mis ejecutores nadie se sorprendio, conocian el oficio demasiado como para reirse de mi cobardia. Yo les agradeci silenciosamente esa ultima señal de respeto, mis piernas por el contrario querian escaparse o en todo caso, ya no tomar mas cartas en el asunto, se habian cuajado las partes de mi cuerpo, habia valientes en mis carnes pero por las dudas, miraban de lejos.
Y luego el conteo.
La tension me empujaba contra la pared hasta casi besar los agujeros de bala de otros condenados, me sorprendia la fuerza que tenia esto sobre mis ojos, queria llorar, quebrarme en un ovillo de nervios destruidos pero por el contrario, miraba absorto todas esas sentencias cumplidas.
Escuche el momento exacto en que el primer gatillo era empujado. La polvora llego primero a mis sentidos, convertida en frios dedos que acariciaban mi corazon. Si mori, fue por el miedo a morir, no por la muerte.
