El cuerpo es un manojo de cosas inutiles, Montiel.
Algo que rompe la armonia
Con sus tonos desafinados,
Y el rostro blanco, muerto,
Que te veo disfrazar,
Es de porcelana, pero ardiente
Que se destruye al contacto
Manchada, ilustrada
Hasta carcomida
Por el gozo del encuentro,
Dos, o apenas dos,
O cuantos pudieren
Verse en este espejo de feos bordes
Encontrarse tanteando las esquinas
Que, descosidas, se me van escapando,
O la muchedumbre que arropo
Entre la garganta,
Es algo muy forzado,
Algo de lo que me desquito
Y con insultos bien calibrados
Hasta me lo arranco
Pero que tortura,
Que manera tan eficaz habra,
Para desmerecer
Ese momento tan altivo
En el que te desnudo.