Wednesday, March 28, 2007

Laberinthine


[El rostro desfigurado]
Hombre de mil centurias, caminas cercenado por estas tierras,
Te obedeces hacia la locura de la idolatria,
Mas eres idolatrado por muchos.
Convertido en un objeto, en un icono
Y en la perpetracion de las figuras, en lo retorcido de este caracter infernal
Encuentro el regocijo, como me encuentro a mi mismo.
Si, yo tambien soy parte de una cierta majestuosidad,
Un engendro a base de retazos,
La hegemonia de ciertos actos, ciertas querencias majestuosas
Nos permiten, te permiten, conformar estos retratos.
Al verte sollozar me desboco, esas lagrimas,
Ese dolor puro, que nace de lo mas profundo,
Y las fuerzas que te ciegan,
Yo no podria portar esas heridas,
O esos gestos que brotan de ti.
Yo soy tan solo humano.

[El fuego incesante]
Pasos en el abismo,
Un golpeteo, la resistencia,
La erosion de lo factible
Y el erotismo de la dualidad,
De un juego presumido.
Lo pueril de la carne, los pecados cometidos,
Hacia eso nos retraemos,
Hacia eso marcho lentamente.
Adentrandome en los dominios non-sanctos
Para encontrar a aquel,
Que, jubiloso, dejara caer las penurias sobre estas tierras.
Un orador de juicios y juegos.
Algun rey de los gusanos,
Un motivo, un presunto,
Algun destructivo poder.
Alguien a quien obedecer,
Para no quedar encerrado
Y desvalorizar mis yo,
Mis eternos vislumbramientos.
Dioses de piedra.

[El ocaso]
Se aleja el espectro temporal,
Se aleja el rostro de lo ajeno.
Para despojarme, tal vez desnudarme,
Electrizarme con su portentosa voz,
Y sin duda, preparar la realidad del descenso apocrifo.
Aqui, en una torre de cristal,
Se ciernen los ocasos que no vuelven jamas.

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