Thursday, March 06, 2014

Acaso

¿No te muerde el olvido?
Que llevas atado a la piel,
Aquel que descubrís al abrir los ojos,
Cansado, perdido,
Desconcertado de las paredes,
Manchas, hojas de papel, nombres difusos,
Cada día es un cuarto diferente
Con tintes extraños,
Y cada día el dolor y la angustias son las mismas,
¿Quien soy?, es el sonido estrangulado de tu garganta,
¿Quien soy yo en este cuarto?
Porque cada uno podría ser una prisión,
Un espacio donde te han confinado,
Por crímenes inescrutables
Dignos de un ser atrofiado,
Y ese murmullo de voz ronca se repite,
Como si escapara entre túneles vacíos
En vez de ahogarse entre muebles jamas usados
Y restos de otras vidas,
Como una burla se extiende sobre cada espacio sin cubrir,
Retumbando por una eternidad
Hasta que sangran tus oídos
Y te crees sordo de por vida,
Liberado al fin de esos mantras pérfidos.

¿No es ese la espina y esa la traición?
Que el recuerdo no llegue
Porque has elegido perder lo que dolía,
En su lugar dejando tan solo golpes sordos,
Cachetadas, puños, dientes siquiera sugeridos,
Con sonrisas devastadoras,
Que miran por el espejo, obvias marcas de tu vida diaria,
Ese fragmento de tu existencia que se realiza como vapor,
Como una aparición,
Lejos del movimiento constante del cuerpo
O de la lucidez del sol,
Con ese brillo de ojos demasiado abiertos,
Y la conciencia de no recordar los pecados o las virtudes,
Solo el firme sentido de la perdida,
De ser algo que vaga,
Algo que necesita descubrirse
Para comprender porque fue mejor perderlo todo.

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