Un escenario a oscuras es subitamente iluminado por unas debiles luces. Bajo el halo de luz se haya un joven semi desnudo, envuelto en las sombras poeticas del drama.
Acto I. El orgullo herido.
Levemente quiebra su postura, su espalda se tuerce y sus labios tiemblan.
- Mirad! Contemplad mis manos! Estan hechas de arcilla, preciosas como ellas solas, ¿pero cuantos errores han cometido?. En ellas he abarcado mares de piel, caras y caras que ya no podria reconocer, y sin embargo, las descubro virgenes, brillantes en su austeridad. Todo mi cuerpo me parece virgen, no conoce heridas letales, ninguna marca que recuerde que he crecido y vivido.
Extiende sus brazos hacia el publico invisible,
- Con que fuerza podria contar yo, si mi cuerpo no cuenta mas leyendas que unas lineas efimeras, hechos que se borraran mañana temprano, condenado a rejuvenecer una y otra vez. Me siento extraño en esta silueta, me esfuerzo por buscar en los objetos mi propia sombra. Solo puedo comprender cuan lejanos me son, mirenlos, alli atados a una composicion insensata. ¿Para que quiero rodearme de tantos objetos?
Un gesto de cansancio se postra en su cuerpo, mira hacia atras y hace un breve ademan de alejarse. Arrepentido, mira hacia el publico o tras de el.
- Todo mi espiritu, en cada uno de sus retazos, matices y tonos, esta oprimido. ¿No sienten ustedes tambien la presion? ¿Por que es tan horrible la vida?.
Acerca sus manos al rostro, palpandolo. Como quien descubre un camino desconocido, se maravilla.
- Y esta es mi mirada, esta la boca que blasfema en cada amanecer, porque sere siempre jamas, la misma expresion pristina de la ignorancia. Saldre esta noche a la interperie, a despedazarme en el invierno abandonado que cubre las calles que ignoro. Tal vez, con esfuerzo de la providencia, podre internarme en un bar tapizado de prostitutas y malditos, que me odien, me odien por mi juvenil paso. Tal vez ellos si puedan mancillarme, que le demuestren a mi orfebre que puedo ser yo tambien una equivocacion.
Da un paso adelante, con presunta seguridad, exclama:
- ¡Todos rianse de mi! ¡Burlense por favor! ¿No soy acaso ingenuo?. Nadie me mira, tienen miedo de contagiarse, imaginense si todos sus errores volvieran sus pasos, si cada palabra equivocada renaciera en sus labios para destruir sus vidas otra vez. No, no lo comprendo, que macabra venganza es esta... a quien habre insultado para descubrirme de tal manera.
Sus musculos se tensan ante la ira, su mano derecha lanza una bofetada al aire, su voz escapa con furia.
- ¡Hablen! ¡HABLEN DE UNA VEZ! ¡Dejen de reirse entre ustedes, insensatos!. Mi odio es un fuego demasiado vivo, una estela brillante que tan solo puede iluminar los segundos, lo infinitamente breve. Ustedes, si, ustedes bien lo saben, se rien para que no se les escape de la garganta un aullido de terror. ¡Contemplen la eternidad!.
Su mano aun en alto se extiende con una rigidez de estatua, la vida solo se observa en su rostro febril y enrojecido. Lentamente empieza a temblar en su pecho. Cierra los ojos y sonrie.
- Sientan por favor, mi cuerpo se exalta ante la libertad. Aquello que se escondia en mi marco y obra parece alejarse humillado. ¡Cuan breve es el alivio del olvido!
Fin del primer acto.
Acto II. La cumbre.
Como un parpadeo, las luces tiemblan y descubren nuevamente al muchacho, los brazos cuelgan sobre sus costados. En su rostro se dibuja la pena.
- ¿Saben? Tuve un lugubre sueño anoche. Soñe con una cumbre perdida en medio de las calles, la veia aburrida, inerte. ¡Que poca vida habia en ella! Era tan solo un artefacto, no habia arte ni belleza en ella. Me pregunte que haria alli y me acerque. Vi a varias personas caminar hacia ella, todos de gris, todos solemnes. Me dirigi a un señor de rostro elegante y experimentado que caminaba a la par mia. Dije con voz un tanto nerviosa, "creo que me he perdido. Caballero, disculpe. ¡Oiga! ¡Caballero!. Ah que maleducada que es la gente, ¡como me ignoran!". Me pregunte que estarian haciendo que iban tan distraidos, con las manos en los bolsillos jamas sin mirar a sus compañeros de travesia o emitir sonido alguno.
Levanta la mirada, como quien escudriña el cielo.
- Pues yo no le veo nada de interesante, ¡que obtuso juego! Podrian dedicarse a algo inmensamente mas interesante, podrian buscarse los unos a los otros. A final de cuentas, ellos parecen mas perdidos que yo. Una muchachita paso a mi lado, choco contra mi y ni siquiera pidio perdon. La aferre del brazo derecho y la obligue a quedarse. ¡Oiga, que se cree usted! Jamas volvio el rostro hacia mi, intentaba seguir caminando. sin duda era una figura grotesca, ella meciendose bajo mi presa, moviendo los pies mecanicamente mientras yo no permitia que se escapase.
Tuerce sus manos en el aire, parece forcejear con alguien.
- Intente volverla hacia mi, obligarla a enfrentarme. ¡Pero que fuerza! No pude ni siquiera atisbar su rostro, me comenze a sentir irritado y la solte. Apenas la hube liberado, una sonora carcajada empezo a brotar de su rostro oculto. Parecia la risa de un loco, una voz horriblemente chillona e hiriente. Retrocedi asustado, pense que me habia encontrado con un demonio disfrazado que buscaba obrarme mal.
Comienza a temblar, y dirige la mirada hacia un costado.
- No podia permanecer un momento más en tan horroroso peregrinaje. Me di vuelta y heche a correr, pero en el momento en que volvi mi espalda a ellos, todos comenzaron a burlarse de igual manera. El eco de sus risas se elevaba y se mezclaba con sus pisadas perpetuas. Todos y cada uno caminaban rigidamente mientras se burlaban de mi y de mi terror. Atravese largos callejones llenos de basura y de muertos, escape de todo, inclusive de mi. Aùn llegaban desde lejos las carcajadas cuando cai al suelo. Fui a dar contra un charco mal oliente y turbio. Me senti terriblemente sucio y desee nunca haber sucumbido a mi curiosidad. En ese momento, me desperte.
Toma una postura pensativa, su mano derecha sobre su menton, sus ojos entrecerrados.
- Me sente en la cama, con miedo de comenzar a escuchar los espectros de mi sueño que venian a buscarme. Observe por la ventana que daba a la calle, estaba vacia. Solo habia edificios altos y cubiertos por carteles de neon. Y comence a preguntarme, si realmente valia la pena volver a salir.
Su mano baja nuevamente, una mueca demasiado grotezca de alegria se deja ver en su boca.
- Tengo miedo de vivir, tengo miedo de volver a cruzarme con todos ustedes. Van a querer arrancar los secretos de mi espiritu, su envidia los pudre cuando me ven. Por favor, reconozcanlo. Quisieran, como me sucede a mi, estar encerrado en estas blancas paredes, puras, celestiales. Sienten espanto ante el asombro y el descubrimiento, de todas las cosas que jamas conoceran porque por mas que intenten, tarde o temprano se marchitaran. Alejense, por favor. No los necesito a ustedes ni ustedes a mi, somos completamente ajenos.
Las luces del escenario disminuyen aun más. Ya casi no se puede percibirlo, su figura es una sombra que hay que adivinar.
- Adios queridos extraños. No se aflijan, jamas volveran a mi, yo tambien me abre ocultado en su rutina, un espectro semi-presente, algo que nunca alcanzaran a definir. Los odio, querido publico. Los odio por su inutilidad y su insignificancia. Son absurdos y estupidos, tontos niños que corren para caer, hasta siempre jamas.
Fin del segundo acto.
El escenario permanece a oscuras y en silencio absoluto. En la penumbra, el joven comienza a caminar hacia la salida. Con cada paso, una mascara de porcelana cae de su rostro y se quiebra. A cada segundo, su cuerpo envejece y se pudre, se deforman sus huesos y nada queda en el de la firmeza y la vitalidad que alguna vez le hubieramos observado.
Para cuando encuentra la salida, los años se han desmoronado sobre el como una ventizca, le cuesta hasta el mas simple latido del corazon.
Fin de la obra.
Exeunt omnes.
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