Entro en la noche con la garganta cerrada,
Casi desnudo, desabrido,
Le miro las siluetas,
Los contornos de miles de fuegos
Y en silencio recito mi plegaria
A los rincones oscuros,
Las tiendas vacias que se mecen
Y al ruido que no se apaga,
La tierra me recibe,
Sin perdones,
Lo hecho ya se ha escrito,
La talla de mis pasos
Todos importantes,
Aunque minusculos
O insensatos,
Suena en el empedrado
Camino sus calles
Que no tienen sabor
Pero en el tacto descubro
Las heridas
De esos traidores,
Lamidas ardientes
Y brasas de otros esclavos,
Me miro en la fachada
Que ha sido casa
Y prostibulo,
En cada señal
Me siento vivo.