Suenan los ecos angelicales
De un pasado inevitable,
Como maravillas invisibles
Que, siendo elementos de la idolatria,
Se han tornado en sangrientas espinas,
Presas de la mutacion,
Se malgastan, perdidas en su nombre,
Indignas del momento al que las anclo.
La memoria duerme en los ojos,
En el gris gesto de acercarme,
A contemplar si en tus labios hay sonrisa,
O es que todo paso es equivoco...
Una muerte presunta en un lugar dudoso,
El destierro conjunto del significado y el placer,
Una herida de odio y resignacion.
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Tu cielo nublado,
Tu cancion temblorosa,
Tu caricia falaz,
Tu beso triste,
Tu grandilocuencia,
Tu enaltecimiento,
Tu tragedia,
Tu fuerza
Que me desfallece el alma.